Don
Juan Tenorio es un joven caballero entregado a una vida desenfrenada
de apuestas, amoríos y duelos. El comienzo de la trama es una
apuesta entre él y otro joven caballero don Luis Mejía, por ver
quién en un año hace más maldad con más fortuna. Esto a su vez
desencadena otra apuesta todavía más descabellada, que consiste en
que don Juan consiga seducir a una joven novicia, doña Inés, y a la
prometida del otro joven. Don Juan va consiguiendo todo lo que se
propone, pero cada vez su alma se va perdiendo más y más. Al final
de la obra debe de enfrentarse literalmente a sus fantasmas y solo el
amor que por él siente la joven Inés es capaz de salvarle de
perecer eternamente en el infierno. El fantasma
de Doña Ines
le dice que ofreció su alma a Dios en precio del alma impura de don
Juan y éste le dijo que si tanto lo quería allí en su sepultura
esperase a don Juan, y que su salvación dependerá de que él se
arrepienta, más si no lo hace junto a su alma la de doña Inés
perecerá.
DON JUAN
"Cuán gritan estos
malditos,
pero mal rayo me parta
si en acabando esta
carta
no pagan caros sus
gritos"
DON JUAN
Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
DON LUIS
¡Por Dios, que sois
hombre extraño!
¿Cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?
DON JUAN
Partid los días del año
entre las que ahí
encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas,
y una hora para
olvidarlas.
DON JUAN
¡Ah! ¿No es cierto,
ángel de amor,
que en esta apartada
orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga,
llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla
amena:
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el
día,
¿ no es cierto, paloma
mía,
que estás respirando
amor?
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